lunes, 14 de junio de 2010

Fugaz, sin gravedad sin consecuencias

Me gustaría ser una pluma, una suave y avivada pluma. Descansar posándome un ratito talvez en un regazo y luego en una ventana. Y seguir vuelo como si el instante sea efímero, como si el atardecer lo fuese todo.
Me gustaría que mi piel no sea de abrojo. Que no se enganche en todo, que no se roce que no se apegue. Que sin embargo se refresque y la humedad penetre como una sensación que desde afuera entra para llenarme enteramente. Como si mi cuerpo se revistiera de plata, mas fría que el oro. Mas distante, mas etérea. Mas segura.

Fugaz, sin gravedad sin consecuencias. Estelar y eterna. Sin interrumpirme el trazo, la pincelada, el dejo de una sonrisa que nunca termina. Pero como si estuviese lejos de todo pero tan adentro de mí. Ensimismarme al fin y de verdad. Gobernarme, importarme, adorarme y con cuidado asomarme.
Harta de inmigrar de todo, del vagabundeo. De asentarme y hacer un fueguito para calentarme, pero de nuevo tener que marcharme al amanecer. Ya no me pertenecen las andanzas porque perdí mucho en el camino y ya no alcanzan los souvenirs, los detalles y algunas fotos. Porque mi mochila está saturada. Estoy harta. Harta de cargar con recuerdos, sensaciones, iluciones en bolsas de plastico de locales que ya no existen. Las plumas no cargan con nada.
Hay cosas que jamás pude probarlas y no quiero mas relatos, aventuras y experiencias ajenas. Ya no quiero contemplar posibilidades. Planear un encuentro ideal. Quiero que el viento, como dije antes, lleve a esta pluma a esos instantes mágicos, que están en la vidriera y no tengo como comprar.
Y no hablo de un infortunio, una desventura mas.. no. Hablo de un largo camino que viene desde lejos, talvez de otras vidas donde trasladarse era la única alternativa para sobrevivir.
Sea lo que sea que mi alma haya hecho o dejado de hacer quisiera que se corte, como se cortan los conjuros. La cuenta me cayó hace rato, y creí haberla pagado.
Pero es verdad, las plumas viven emigrando de un lado a otro cuando alguien las suelta. Pero las plumas no sienten, y si solo de volar se trata, bienvenido sea el viaje. Sin destino por ahora, sin vela, sin timón, sin alas, sin anclas. Soy libre, mi almohadón estará al encontrarme. Llegar a mí primero, para partir entera de nuevo. Mientras tanto me dejo... me dejo soltar...me dejo ir, fugaz, sin gravedad sin consecuencias.
Cuando temblar no esta demás, es la lucha para quedarme en este cielo. En esta historia.
Además de una simple lluvia que no la podes evitar, que es imparcial, para mi y para vos. No la podemos elegir. Y las gotitas van cayendo una vez mas... Para arruinar el cemento fresco, las acuarelas de un artista que su obra no pudo terminar. No preguntes más y protégete, del viento y de la peste. No vuelvas a enfermar.
Esas…mis calles que anduve dos veces hoy, allí transitó mi alma para rever las conclusiones que alguna vez saqué. Pero me animé otro vez y vi las mismas ventanitas con las mismas pálidas lucecitas, y los cafés..., llenos de desconocidos, algunos de ellos mismos, haciendo tiempo para no volver al hogar. Si pudiéramos elegir, si gritar bastara… me despierto y me vuelvo a dormir. Me levanto y me sigo cayendo.
Y la sinceridad se vuelve mi mejor amiga, y la verdad me aturde, me agobia pero la prefiero. Aunque sea un ruido blanco la quiero porque su luz me quita de la sombras, porque su claridad son como gotas que despejan mi mirada.
Quédate esta vez te lo ruego, sigue de cerca mi rodeo. No abandones tu marcha porque cuando mis pasos estén cansados y decida detenerme, no tendré que averiguarlo... no esta vez.
Sigueme de cerca, fugaz sin gravedad sin consecuencias...

lunes, 7 de junio de 2010

Ludopata del Amor

Había mucho, pero mucho viento, viento de tormenta. Tenia polvo y me despeinaba, me ensuciaba el pelo y la piel. Que asco. Tenia puesto el piloto, el gamulan diría mi madre, bueno eso... yo tenía puesto. Intentaba acercarme la solapa del cuello a la cara y cubrirme, pero era una tarea difícil. Los ojos se me llenaban de tierra.Aproveché que el semáforo dió rojo y crucé corriendo la calle. Una hoja de diario se me vino al humo, como queriendo devorarme pero de un manotazo a tiempo dí de baja su misión.¡Que día más extraño!, qué habría estado pasando en el cielo para que ese sol de la avenida viniera arañando el asfalto, trepando con sus garras como si fuera una lagartija por el pavimento, atrapando mis muslos hasta llegar a mi cuello ese calor sofocante y sediento que se me apegaba como una lengua del desierto, y se transformaban sus uñas para pinchar el cielo a fin de traer el agua donde el suelo se raja. Insufrible.Llegué a la puerta, por fin, y cuando la empuje hacia adentro, la arenilla que estaba en el suelo me hizo subir un escalofrío por todo el cuerpo. Mordí mis muelas bien fuerte y entré. -El portal tiene un techito bastante generoso-, pensé. Si llovía, allí podría quedarme un ratito, pero -¿y el resto?, ¿el resto del pasillo?. Nada. Habría que arreglárselas. La punta de un pedacito de chapa aleteaba, y entonces me di cuenta que el tiempo corría como el ruidito constante del flameante movimiento de lata, y me dije, -tengo que apurarme-. Corrí por ese pasillo gris, de baldosas desgastadas en blanco y negro y llegué a otra puerta de vidrios repartidos, vidrios esmerilados y amarillos.
Me abrió un señor, delgado y triste, se bajó el marco de sus anteojos y me preguntó, -¿estas segura? - y yo le conteste que sí.Al entrar, traté de darle forma al remolino de mi pelo y tomé asiento. La energía del lugar era pesada y lenta. Muy oscura para mi gusto. El señor me dijo que ya volvía y se fue por unos segundos...
Al volver traía consigo una lupa, y dudosamente se paró frente a mí con un gesto amargo en su boca, y agregó a su malestar que necesitaba ver la magnitud de la herida, y entonces yo me quité el piloto, (el gamulan diría mi madre)...y se la mostré.El señor delgado y triste abrió bien grande los ojos como estirando las venitas rojas a más no poder y se sumergió en los mares del asombro. Su poco pelo volaba como si la tormenta que se avecinaba afuera estuviese adentro mío. Y entonces: El Vacío se vió.Todo mi cuerpo estaba completo menos un circulo perfecto porque era un perfecto agujero. Un canal a otra dimensión, un pasaje, donde la arena era azul y las piedras eran grises, el cielo era de luna llena y el frío del polo sur, y mucho pero mucho viento. Viento famélico, viento que susurraba algo pero no se entendía que. Un viento que gritaba y gemía. Y hablaba otras lenguas, lenguas inexistentes e inventadas, lenguas torcidas. Un viento que a veces cantaba e incluso reía, pero nadie absolutamente nadie lo entendía.Así es que el señor delgado y triste se fregó los ojos para recuperar el lagrimal perdido dado a tanta avienta y desolación, se sacó los antejos y me preguntó cansado y en un tono un tanto asustado si pensaba seguir jugando. A lo que yo le respondí que si, que por más que a mí me cambiaran las cartas antes de que las viera, seguiría esperando a quien me dejara usarlas, y eso no era todo. -Si a mí me reparten menos de las que son o más de las que deberían ser, yo voy a encontrar la forma de apañarme, porque conmigo se sientan a jugar, se levantan y se van cuando quieren. A mi señor, me miran las cartas y se complotan en darme lo que no necesito y quitarme lo que ya tengo. Pero a pesar de ello, acá estoy, acá vengo-.Ya esto último lo dije en un tono bastante sobresaltado. El señor triste y delgado me pidió que me calmara, que me sentara. Obedecí con los brazos cruzados y una mueca fruncida en los labios. El señor triste y delgado me dijo: -Querida me temo que no tenes más crédito, ya no podes venir hasta acá. Ya no te queda materia rosa en ese corazón, por lo tanto nada que ofrecer por estos arrabales. Pero sobre todo porque tenes un grave problema. A lo que yo exaltada, desquiciada, alterada pregunte: -¿qué problema puede ser el hecho de apostar por el amor, no es acaso el acto de entrega más grande que alguien puede ofrecer?-. El hombre que para esas alturas, ya estaba totalmente anoréxico y consecuentemente más que triste que de costumbre, yo diría ¡depresivo!. Me dijo. -“La ludopatía consiste en una alteración progresiva del comportamiento por la que un individuo siente una incontrolable necesidad de jugar (juegos de azar), menospreciando cualquier consecuencia negativa. Se trata de una adicción. En algunos países, es causa de divorcio”. Y aparte, querida mía, desde que esta historia se inició, no logré ver que entrara ni siquiera una sola caricia en tu cuenta corriente, y esto mi querida perdedora, tiene que ser reciproco. Sino, NO FUNCIONA.

(Final optativo)Me retiré sin decir más nada. Ausente caminé por el medio de esa avenida. El piloto se me fue cayendo, (el gamulan diría mi madre), y a medida que mis pasos se atrofiaban, un rayo de luz del atardecer me atravesó la espalda graficando mi incompleto.
El sol y la lluvia terminaron su trabajo, dejando charquitos de agua que espejaban el cielo infinito. El calor desapareció para que la frescura del olor a lluvia terminara por convertir en cemento mis partes, hasta que mis pies al fin se quebraron y mi torso se apoyó en el suelo. Doblándose mi cuello, mis brazos se extendieron hacia los costados, uniendo las veredas como un puente colgante. Entonces mi agujero, mi incompleto centro, dio lugar a que los autos comenzaran a pasar, mientras que los arcos hechos por mis brazos instalaba al tren y a los peatones, y así fue como empezó a llegarme gente del norte, del sur, del este y el oste, y yo facilitando sus desplazamientos, para que llegaran a tiempo a sus citas, a sus encuentros. A su amor.


Feliz día de San Valentín para todos.
Este es mi regalo.* Cuando digo (juegos de azar), digo juegos de azar y no macana. -¡Bang!-.

domingo, 6 de junio de 2010

Ordenada al origen. 25 de noviembre de 2008

Me voy con mi raza, me voy con mi estirpe y mi fragancia.
Me voy destronando ideales y barriendo sus sombras.
Desaguando lágrimas y entristeciendo risas, pero me voy con mi casta.

A veces me mezclo entre la gente, y mi piel no se nota,
Pero estas tienen colores y suturas que se entienden,
cuando alguien de mi esencia las lee.
Por eso me voy con mi raza, me voy con mi estirpe y mi fragancia.

Me voy una tarde de sol con un brillo de desazón
Viendo rostros que se apenan en el portón.
Pesado de hierro y negro en sus extremos,
que tantas veces me marco el regreso de saber que volvía vacía
de esas juergas mal habladas pero que alegría prometían...

Su pegajosa comezón provoco el descaro de mis manos por sacarme el sin sabor.
A cachetazos en la boca por probar esas cosas que no son para cualquiera.
Y así fue como de poco me fui desentendiendo del discurso y los emblemas por pura convicción.

Comentarios en secreto fui escuchando a mi regreso.
_Me parece que esta dama no es de este pueblo.
_Me parece que este porte no crece en este suelo.

Mis pasos se sacudieran de dudas en el camino sin designio y sin elección.
Ya comencé a preparar mis valijas, ya guardé la almohada y la calesita.
Me voy con los cables pelados, pero me voy para arreglarlos.

En la madera de mi cuarto quedan mis descansos y mis silencios,
Me voy a ver si de lejos los entiendo.
El cuadro feliz de la apariencia y yo colgándolo del muro se quedan.
También los tumbos y las puertas mal abiertas
Pero sobre todo la paciencia, que agonizó mil noches y mil esperas.

Me voy allá donde te dije a surtirme y a decirme lo que nunca quise oírme.
Allá saben de que me alimento y que sueños a la noche tengo.
Los de allá ya lo vieron. Los de allá me eligieron.
Yo no dejaré de extrañarlos a ustedes pero debo estar en donde apego siento.

Hay un lugar para cada uno, hay que aceptar tenerlo.
Me opuse tantas veces al espejo.
Pero es tan evidente ver que allá todo a mi se parece.
Todo espontáneamente me viste todo eventualmente me prende.

No seguiré tiñendo mis miedos, no seguiré fingiendo.

¡Me voy con mi raza, me voy con mi estirpe y mi fragancia!.

Me voy desenvolviéndome de la sabana, me voy abriendo las persianas.
Pero acá se quedan las pelusas, acá se quedan los fantasmas.
Acá se quedan las mentiras, los disfraces y las mascaras.

Acá se quedan tantos ensayos, tantos palcos y escenarios.
Acá se queda la sonrisa encubierta de ese corazón fraccionado.
Allá entraré autentica sabiéndome débil admitiéndome terca.

(Allá entraré como acá nunca me mostré).

Con un pie mas corto que me dejó aquel fracaso
Y con el anzuelo invisible que me brota del ojo de la angustia.

¡Pero con la ruta aprendida con la experiencia curtida!.

Me voy con mi tronco, mis raíces y mis genes.
Un poco triste y un poco tuerta.
Me voy con mi semilla a mi tierra fértil.
A sembrarme un pasado y fundarme un presente.

Pero sobre todo.

Me voy para volver al origen.

Volver A Mi Origen.
...yendo o volviendo, depende de donde me ubique...

Carta al Señor Director. 7 de octubre de 2008

¡Que desastre Señor Director! Esta niña pasa al pizarrón y nunca aprende la lección. Pero ¡qué desastre Señor Director!.
No la deje volver hasta acá. No la deje asistir más a repetir de memoria, lo que ya sabe pero no lo incorpora, lo que practica pero que no aplica.
Pero dígame, ¿usted conoce a sus padres?, ¿están informados de esta situación? , de su dislexia y su falta de comprensión. Hágame el favor no la deje volver acá. Siempre cuenta la misma historia y no sale de ese remolino de aguas muertas. Que no ve usted que se aferra. Espera milagros y prende velas.¡Así no se aprueba!.
La pena que me da, verla dispuesta en el primer banco de la escuelita. Pero no hay caso. Hay lugares especiales para ella. Con compañeritos que sabrán entenderla. Hágame el favor y no la haga repetir más, simplemente déjela pasar este año y si tiene más carácter y se alimenta mejor talvez en el curso de verano logre entender algo.
Me da una vergüenza, a veces no maneja bien el Diagrama de Benz. Encierra todo en el mismo círculo y agrupa mal, ¡muy mal!. Pertenece y no pertenece pero no entiende que hay grupos vacíos y los llena de corazoncitos, Señor Director! Se desilusiona al darse cuenta que allí no van porque se da cuenta que volvió a hacer las cosas mal. Y así una y otra vez!
Señor Director, no debería usted tener compasión. Habría que contarle cuentitos y esperar a que se duerma. No le ponga más problemas. No crea usted que yo la subestimo, se cae de maduro que vive arriesgando su vida por venir hasta acá y no entiende nada. Tengo miedo que se decepcione tanto que ya no quiera intentar, por eso este es el momento de dejarla paz Señor Director, y no provocarle más dificultades. Este no es su tiempo, este no es su espacio. Ella se empecina pero uno la ve venir y se da cuenta que trae el mismo relato para corregir. Ufff que cosa!, nadie ya la quiere escuchar. Apreciamos su empeño, pero tampoco disponemos de tanto tiempo para señalarle tantas cosas. Además, cuantas veces se le explico, y sigue y sigue. Yo le pedí que me asista, que tome lista y le cambie el agua al florerito de mi escritorio, así se siente útil y no se desanima. Pero ni eso Señor Director!. El otro día la simple tarea de cuidar a la flor la desconsoló. Si , así como lo escucha. Resulta que parece que le puso tanta agua a la plantita que la ahogó y después de eso ya no quiere acercarse al escritorio, cree sentir su fragancia y llora. Es muy sensible Señor Director!. ¡No se puede así!. Esta muy expuesta al aire y eso simplemente la debilita aún más. Yo no puedo más, no sé como consolarla. Me cansa. A todos nos cansa Señor Director, es una niña muy compleja y su vida un drama...
¿Usted cree poder tomar lo recaudos que en la ultima reunión de padres se resolvió?. Porque es mejor que no se mezcle con las otras niñas.. y niños. Digo, porque ya la miran raro. Espero no estar pidiéndole mucho Señor Director, solo eso.
De ser posible la deje libre. Se hizo todo lo que se pudo. El cuerpo docente trató de responder lo mejor que pudo, el alumnado también presto su colaboración pero creemos que este es una caso de fuerza mayor y lo mejor seria que usted Señor Director tome cartas en el asunto y ponga fin a esta fatalidad. Yo no la puedo cuidar más, si quiere meter los dedos en el enchufe que lo haga en su casa, no acá.
El año lectivo está finalizando y queremos este fin de año un acto de cierre digno y sin más complicaciones, que ya tuvimos demasiado. Además compramos sidra y pan dulce y no queremos que nos caiga mal. Es todo lo que pedimos Señor Director. Usted sabrá comprendernos y creemos que estará totalmente de acuerdo.
Sin más me despido. Le envió mis más cordiales saludos Señor Director. Y tenga usted a bien revisar cuanto han subido las cosas para darnos un incentivo y talvez y solo así tengamos un plus de paciencia con la niña. Pero todo depende Señor Director del acuerdo que hagamos.
Y ahora si me voy a retocar las uñas y las raíces en la peluquería para el acto del doce de octubre. Allí seguro nos estaremos viendo con novedades del asunto.

Atentatamente.

Olga Susana De Duarte Directora de la escuelita “ La fraternidad”.

martes, 1 de junio de 2010

La infanta Elena

Este día, que no esperó verme tendida, ni a medio hacer, ni a medio andar. Este día, del cual había esperado, que entibiara mi respiración congelada, de las mañanas frías que no tardan en llegar. Pero este día se apresuro al giro de mi rostro y me corto de una el asombro para volverme más vieja de un modo precoz. Y así me viste venir, y me medias desde lejos, apuntándome sin perderme de vista, entre tantas madres que amonestan a sus hijos, y entre tantas ilusiones que convocas para nada, para hacerme caer en el desarraigo de mi paz.
Haces todo lo que queres hacer, ¿te vengas de mí? Te sale, te repito me volteas, me hundes, me pierdes.
¿Y en qué se vuelve a creer?, ¿y qué pasos me animo a dar?, si tan pequeña me ves porque no me guías.
Y andar hoy es desandar, con mis ruedos que se sueltan, con una trenza que se despeina de tanto jugar. Si me piso los cordones todavía, porque tus calles me convidan a transitar sin medida. Si vas a madurarme, madúrame de una buena vez, si vas a darme una lección hazme aprender por todos los cielos. Que si me curtes la herida, déjamelas visibles para que la experiencia me defienda, y mis ojos ya no se empañen. Que los que me rodean sepan, que ya estuve acá, que ya vi las sombras, que no soy mas una niña, pero sí,…es verdad… tenia planeado que entibiaras mi día, que tus manos me abrazaran como se abriga una taza de chocolate caliente. No me adelgaces mas, no me hagas estrechar. Porque para la primavera ya no tendré carne, entonces solo mi alma contará la historia con una voz infinita, como esas que se escuchan en los patios de un colegio.
El alma es niña, siempre. Como será la mía que se encoje cada día. Y este día, Ay dios! este día. Que me estiras el pelo porque atención no presto. Rétame adultamente, quítame los excesos, esos que tienen los grandes en sus cajones, en sus cuadernos. Sacúdeme adultamente, amonéstame dejándome un tatuaje en la espalda, por cada ilusión mal lograda, por cada pereza de entender que no se toca. Eso no se toca. Que acá hay un corazón y no es eterno. No habría que dejar a las criaturas jugar con fuego. Entonces si ya me has enseñado tantas cosas, porque me repartes los órganos. Déjame hoy una marca que me cuide. A esta niña, que ya no quiere serlo.