lunes, 30 de mayo de 2011

Idem parte de la parte.

Y así me ves, imbecil, invisible. Anima, animada con ánimos de seguir animándose. Espectro, aspecto, que a todos ve expectante. Andante, joven caminante, pájaro errante. Ilusa sueña confusa. Difusa. Vuelve al aire y se desdibuja. Se sienta en tu ventana, te canta una canción. Quiere que la quieran, pero solita oye su canción. Exige atención, pide deseos de amor. Tonta alpinista que escala fantasías. Suicida, camicace, que nunca aprende la lección. Inmolada, alada, arrojada a una causa que no existe más que en su corazón.

Idem parte I

Solitario parece ser mi andar en una pradera silenciosa. Que cargue con mis ambiciones y se lleve lejos. Estar en un mundo impenetrable, y verme rodiada de todos y de nadie. Lloré la primera vez, la segunda y la tercera, pero esta vez ya no. Comprendí.
Mi cuerpo se prepara y lo hechos se delatan. Yo veo venir el infortunio y mis alas se alzan. No es aquí donde frené, no fue allá ni allá tampoco. Entonces es más lejos y acabo por llegar primero. Pero la fiesta aun no ha empezado y parece que tampoco me están esperando. Vuelvo al viento, a ver si de tanta prisa me exaspero. Toco timbre, me abren, sueño. Acá el festín es de otros, junta tus cosas y no finjas asombro. Sin embargo así el efecto se va desgastando. Eso creyera ser positivo, eso aparentemente demuestra que algo he aprendido. Parece que de tantas vueltas los sentimientos se desinteresan. Arranco sin ellos luego, pero me veo llegando sin hambre, sin interés, sin pasión, sin emoción y no puedo hacer nada sin todo eso. Después por las dudas lo consigo, porque todavía algo me juego, cuál termina siendo la respuesta a esto: Me equivoqué de nuevo.
De donde son mis ojos, que no pueden ser vistos en profundidad. A quién defiende la vida porque a mi me aparta de la dicha. Y me voy de nuevo. Ya sin peros. Junto mi valor y mi voluntad. Sin reclamos me vuelvo a marchar. No me ven. Nadie me ve. Ni cuando llego ni cuando me voy. Solo saben que alguna vez estuve como extranjera sin patria. Indocumentada, ¡me discriminan las ganas! No me quieren acá. No se entonces donde. Qué tendré que ser para permanecer. Como hacer para enredarte en mí rodeo cómo al menos lograr que quieran involucrarse con mis recelos. Todos sabemos que en este mundo rige el deseo. Pero a mi me lo prohibieron. Tengo voz pero sin dimensión, vendo amor pero de pura conclusión. Tengo tanto desaprovechado que vuelco en la tierra para que broten esperanzas, será entonces para cuando mis pasos desandan, un rayito tal vez me ilumine, me reanime, me entibie el alma.
Tengo todo preparado, ya nunca desarmo mis maletas. Directamente espero en la puerta. Ya entendí que este planeta, mi andar es a tientas.
Y así me ves, imbecil, invisible. Anima, animada con ánimos de seguir animándose. Espectro, aspecto, que a todos ve expectante. Andante, joven caminante, pájaro errante. Ilusa sueña confusa. Difusa. Vuelve al aire y se desdibuja. Se sienta en tu ventana, te canta una canción. Quiere que la quieran, pero solita oye su canción. Exige atención, pide deseos de amor. Tonta alpinista que escala fantasías. Suicida, camicace, que nunca aprende la lección. Inmolada, alada, arrojada a una causa que no existe más que en su corazón.

Sé lo que sigue.

Porque duermo con un ojo abierto en las emociones. Me robaste la fe, tal vez o solo me enseñaste a crecer. Me cuelgo de una soga para espiar las ventanas, a veces golpeo y me invitan a entrar, yo sin soltarme no puedo pero es porque no se tratar con el cuerpo. El mío desolado encara el encuentro sin dejar de mirar atrás. Ya no me presto simplemente no me atrevo. Pero de madrugada todo vale y entonces no hay consuelo para tanto silencio. Me frisaste la piel, me empañaste la vista. Me detengo siempre para ver como todo solo se desvanece. Y no tengo defensas no tengo voluntad, si nuevamente se van a marchar. Por el tiempo que dure mi armadura armada, la soledad se volvió mi amada. Y no la suelto aunque no la quiero, me acostumbre a ella hasta que llegue del alba, esa luz infinita de madrugada como la que una vez me envolvió y que reviente el cristal de mis miedos y me suelte las manos para descansar al fin de sus celos. No lloro sino por recuperar el deseo, los que vienen y van solo logran sanar. Traen flores, susurros lindos y nada más, ver pasar, dejar, librar. Me limpian tu voz, tus manos, mi ansiedad. Cada año soy otra, en cada estación se cierra un poquito más esos agujeritos en el pulmón. Te acordas que te había contado, que me los habías perforado, bueno, los mismos ya están casi a salvo. Y así siguió mi vida, así fui quedando, a medio hacer a medio andar, pero no importa, sabes que no. Porque estoy volviendo de a poquito y la verdad que hasta creo que es lo mejor, nadie logró enredarse en mis ojos como lo hiciste vos, pero esta vez elijo yo. Y ya no veo con la inocencia de antes, ¡uy! Eso también me lo quitaste, ahora siempre sé lo que sigue. Espero a ese alguien que no me permita predecir y acertar, que cambie el desenlace que extirpe el atrás y después de tanto crecer, volver a creer. Después de tanto ceder pararme un minuto y de una buena vez deslumbrarme otra vez.